Reflexión sobre el cuaderno de estudios regionales:
“Aires de libertad en el Mundo Árabe: dinámicas locales y regionales y estrategias externas.”
Autora: Ma. de Lourdes Sierra Kobeh.
Editorial: FCPyS / UNAM – 2012
Entre los años 2010 y 2011, la inmolación del joven vendedor de frutas tunecino, Mohammad Bouazizi encendió una llama en los países árabes que aún no se ha extinguido; ha empeorado en algunos casos. Aunado a que las imágenes fueron algorítmicamente bien distribuidas por la Tv. de cable e internet entre los jóvenes molestos e insatisfechos con sus gobiernos nacionales.
Jordania, Marruecos, Túnez, Egipto, Bahréin, Yemen, Argelia, Libia y Siria carecían de servicios, de empleos y de oportunidades, pero occidente les enfatizó que lo que ellos querían era libertad, democracia y modernidad.
La “acción colectiva efectiva”, como lo llama la autora, tuvo severos efectos principalmente para 3 mandatarios, Mubarak de Egipto, Ben Alí de Túnez y muy cruel final para Gaddafi en Libia. Pero no conformes con eso, otra vez occidente “opinó” que no era suficiente derrocarlos, sino que nadie de su tribu, familia o clan podía ocupar la silla. Necesitaban a alguien que les garantizara apertura económica y financiera, privatizaciones, un sistema multipartidista y elecciones democráticas. Un domingo estaban con sus familias disfrutando algún deporte y sus alimentos después de rezar y de la nada, al siguiente pedían libre mercado, democracia y secularismo.
Ciertamente esos regímenes eran (y son) autoritarios, pero llegar a la necesidad de imponer gerentes occidentales fue un exceso. Miles de años de organización tribal y de patronazgo, seguramente les había dado también el mecanismo de presión y sustitución sin necesidad de quitar su Shawarma y poner un McDonalds.
El modelo occidental de libertad y democracia es suyo (o nuestro) y no debería ser impuesto a las culturas milenarias que tienen culturalmente otras formas de organización política. El mundo árabe coexiste con las demás culturas sean democráticas o no. Hay una excepción natural, cada continente debe tener una libre determinación y esa es la base para los caminos de la paz.
Debo precisar, porque no puedo dejar espacio para confusiones, que en este análisis no contempla el factor Yihadista que comete actos de terrorismo; solo es una aproximación al mundo árabe que está alejado de esas prácticas, el de a pie, el del día a día.
El famoso movimiento global basado en reglas, que no son más que las reglas de los vencedores de la segunda guerra mundial, es un movimiento fallido, desgastado e inoperante, ha traído más conflictos de los que ha solucionado y no ha generado el desarrollo global prometido.
Hay una falsa narrativa occidental que señala que, necesariamente, la modernidad debe pasar por la democracia. China ha demostrado que no es así y que la modernidad puede llegar solo con ausencia de corrupción y de imperialismo. Nadie debe negar la gran aportación del capitalismo como el único sistema económico que ha producido riqueza, pero de ahí a imponer agendas políticas que rompen con las culturas y tradiciones de las civilizaciones que son cuna de la humanidad, es inaceptable.
Se puede comerciar desde el respeto a la libre determinación, a los espacios geográficos y a las costumbres sociales. La imposición de agendas sí conlleva a conflictos, esa sí es una relación de causa y efecto válida.
La que pretendía ser la “primavera árabe”, ya va en invierno y cada vez es más fría y oscura. Se acerca el invierno en el desierto.
MAF Christian López
Dir. EGEO